lunes, 30 de agosto de 2010

Proceso de escritura del proyecto narrativo.

Cuando me entere del proyecto narrativo, tuve desde el principio la idea de escribir una Crónica, ya que me siento más cómodo con este genero. Elegí ser un viajero que visitaba la ciudad de Mercedes, y describir sus lugares tradicionales. Al principio dude de cómo hacer para extrañarme en una ciudad que conozco tanto, leí una crónica de una compañera que curso años anteriores, y me dio el puntapié para comenzar.
En la semana del 13 de julio empecé a escribir y subí la primera versión. Para relatar la crónica, tome como referencia a Caparros y sus crónicas de Misiones.
En la devolución me advirtieron que en lo que había escrito abundaba la información, y carecía de narración. Para la reescritura volví a leer Caparros y preste atención en la manera que encara el viaje.
En la segunda versión, que elabore en la semana del 23 de agosto, lo primero que hice fue ampliar en la descripción, y suprimí la información, que en algunos párrafos abundaba, haciendo perder el sentido del viaje.
Esta última versión que escribí se acerca creo a lo que es una crónica de viaje, y no una guía de turismo.

Proceso de escritura.

La calidez del interior.

Este viernes soleado invita a viajar. Me traslado desde caballito hasta la estación de trenes de Retiro. En la ventanilla, a metros de la vía, pido un boleto a Mercedes. En unos minutos dejaré atrás Capital y visitaré el interior de la provincia. Voy en busca de la paz y la calidez de sus habitantes; en busca de los brazos abiertos que esperan a cualquier forastero, ansioso por conocer el pueblo y la forma de vida de esas personas.

Son las seis y veinticinco de la mañana y el sol comienza a asomar. Subo al vagón en busca de ese asiento que me permita ir cómodo las dos horas de viaje que tengo hasta llegar al destino elegido. Emprendo viaje, comienzo a ver los últimos edificios que decoran el paisaje de la ciudad. Al cabo de unos minutos, mis pupilas se inundan de color verde, por la aparición de los extensos campos que se hallan al costado de la vía, como retrato fiel de la llanura pampeana. Luego de atravesar las dos horas de viaje, la voz del guarda me despierta:
- Estación Mercedes.

Ansioso, desciendo del tren y me estrecho en un cálido abrazo con mi amigo Juan, que ha estado esperándome.
-Mercedes es una ciudad en crecimiento: apenas 70.000 habitantes. Nació como un pequeño fortín de madera, barro y paja que sólo era suficiente para resguardar a los soldados. Ésta era tierra de indios “pampas” y “serranos”.
Me cuenta Juan, mientras dejamos la estación a paso lento, bajo un amplísimo y azul cielo de primavera.
De pronto imagino cómo pudo un pequeño fortín llegar a ser ciudad.
-En 1752, un militar de apellido Zarate se instaló en esta zona y la llamó “Frontera de Lujan”. Veinte años después, ya se habían asentado los pobladores en sus chacras. Y fue un Capellán, Fray Hilario Pavón, quien le dio el nombre de “Nuestra Señora de las Mercedes”, en honor a la Virgen. Pasó un siglo hasta que se convirtió en ciudad.
Relata Juan, como si hubiese adivinado mis pensamientos, mientras comenzamos a ver las casas bajas y algún edificio de unos pocos pisos de altura.

A los pocos minutos aparece ante mis ojos, imponente, el edificio de tribunales, prestigiosa institución creada a mediados del siglo diecinueve.
Sin darnos cuenta hemos llegado al corazón mismo de la ciudad. Miro esa gran puerta marrón de doble hoja y decido entrar para conocer esas salas ocupadas por jueces y abogados que buscan ser lo mas justos posibles; aplicando la condena correspondiente a los delitos cometidos.
-El Departamento Judicial de Mercedes es amplio, ya que abarca 16 partidos de la zona. Por estos pasillos ha pasado un sinnúmero de gente…y también tuvimos la presencia, en la década del 90, de Diego Maradona, por una agresión a periodistas sucedida en su quinta de Moreno.
Me cuenta un empleado de traje oscuro y corbata rayada, desde su lugar detrás de un pequeño escritorio.
Le agradezco, lo saludo y continuo recorriendo ese lugar con tantas historias entre sus paredes.
Cuando salgo, al cruzar la calle, visualizo la plaza principal, llamada San Martín, cuyo nombre corresponde con el monumento construido en honor al prócer. A la plaza la Catedral, el Palacio Municipal y una confitería conocida como la Recova, donde antiguamente se encontraba el cabildo. En este sector de mercedes, las personas realizan trámites, recorren locales de ropa, toman café. Y, como en todo pueblo, los jóvenes utilizan la plaza como punto de encuentro.

Juan me sugiere tomar la única línea de colectivos que hay en Mercedes.
-Te voy a mostrar la Pulpería.
Me dice. Y allá vamos.
Realmente se encuentra lejos del centro, aislada del movimiento frecuente de personas y de vehículos. Es una antigua construcción, se remonta a 1830. Atravesar la puerta de la Pulpería de Cacho Di Catarina es como ingresar en un túnel del tiempo, capaz de conducirnos hasta el descubrimiento de las costumbres y modas de casi dos siglos.
Creada en medio del campo, junto al rió lujan, fue testigo inmune del desarrollo poblacional que la dejó situada en las afueras de Mercedes, a la vera de una calle de tierra, donde el paso frecuente de gauchos a caballos confiesa que el camino pertenece al pasado, igual que el primitivo negocio, jamás cerrado pero tampoco nunca remodelado. Su exterior conserva la fachada intacta: paredes de ladrillos de la época, antiguas y descoloridas publicaciones de chapa. Y flameando orgullosa la bandera argentina. En su interior, el mobiliario: mostrador de estaño, estanterías, piso de ladrillo, techo de tejuelas y tirantes, todo original; también cuenta con una vieja estufa a leña, utilizada para calefaccionar el lugar.
-Yo conocí la pulpería porque mi abuelo me traía de chico. Cuando él murió, seguí viniendo a pasar buenos ratos como en la infancia.
Me cuenta mientras saluda algunos conocidos.
Un grupo de muchachos nos invita a jugar un truco. Entre risas, alguna cerveza y varias bromas, les ganamos.
Me despido de este sitio que cuenta por sí solo la historia de tantas personas que fueron y serán protagonistas.
Miro el reloj. ¡Como pasa de rápido el tiempo en este lugar!
Va promediando la tarde. Debo regresar a Capital.
-No podes irte sin conocer “La Trochita”.
Sentencia Juan, y emprendemos la caminata hacia el lado del centro. A mitad de camino nos detenemos.
-Actualmente funcionan dos ferrocarriles en Mercedes: el San Martín y el Sarmiento. El tercero, que hoy no funciona, es el Belgrano. Nació en 1904 con la red de ferrocarriles de trocha angosta, entre el puerto de Buenos Aires y Rosario.
El ramal Bs As-Rosario, que arrancaba en Barracas, arribó a Mercedes en 1907. El servicio de pasajeros de esta línea era precario, durante muchos años ofreció sólo dos trenes diarios.
El Belgrano llegaba a la estación la Trochita, conocida así por los lugareños.
Me cuenta Juan, orgulloso de su ciudad.
Recorriendo las instalaciones se puede apreciar una galería con un techo cubierto por chapa y sostenida por columnas blancas. La vía esta tapada por yuyos, malezas y cañaverales, oxidadas como señal de que no se usa o se emplea muy poco. Sigo muy concentrado mirando a mí alrededor, cuando de repente aparece una señora preguntando si necesitamos algo. Aprovecho el encuentro y le pregunto sobre el tren.
-Tengo muy pocos recuerdos de esta estación, me sorprendía la llegada del tren ya que no era frecuente ver su paso por acá debido al poco servicio.
Me cuenta la señora amablemente. En ese momento, un hombre se suma a nuestra conversación.
-Me da mucha tristeza, una tremenda desazón nos embarga, indigna que se haya abandonado un servicio que se prestó y que hoy se podría haberse prestado a la comunidad.
Comenta Jorge, quien trabajó 40 años como operario, hoy jubilado y que con un grupo de amigos lleva adelante un proyecto, que trata de activar nuevamente el tren hasta Salto para devolverles la vida a los pueblos que se convirtieron en “fantasmas” por la ausencia del ferrocarril.
Vuelvo a mirar el reloj. La tarde va cayendo. Decido volverme.

Mercedes es una típica ciudad del interior, llena de recuerdos, lugares construidos hace siglos, con instituciones que prestigian a toda su comunidad, y con algo que es común en sus habitantes: la calidez.

viernes, 13 de agosto de 2010

Proyecto Narrativo: La calidez del interior.

Este viernes soleado invita a viajar, me traslado desde Caballito hasta la estación de trenes de Retiro. En la ventanilla, a metros de la vía, pido un boleto a Mercedes, para dejar atrás Capital y visitar el interior de la provincia. Deseando encontrar la paz y la calidez que sus habitantes brindan al forastero, que llega ansioso por conocer su pueblo y ver como viven aquellas personas.

Son las seis y veinticinco de la tarde y el sol comienza a caer, subo al vagón en busca de ese asiento, que me permita ir cómodo las dos horas de viaje que tengo hasta llegar al destino elegido. Este tren tiene como última estación Junín llegando alrededor de las 11 de la noche. Emprendo viaje, comienzo a ver los últimos edificios que decoran el paisaje de la ciudad. Al cabo de unos minutos, mi campo visual se inunda de color verde no perceptible por la luz solar, sino por los extensos campos que se hallan al costado de la vía, como retrato fiel de la llanura pampeana. Luego de atravesar las dos horas de viaje, me despierto por la voz del guarda informando: “estación Mercedes”.

Mercedes es una ciudad de 70.000 habitantes, ubicada en el oeste de la provincia de Buenos Aires, siendo cabecera de partido, a 100 KML de distancia de Capital Federal y a unos 30 KLM de Lujan, conocida por la Basílica a la cual concurren miles de turistas.
Entre 1752 y 1753 la ciudad mercedina, fue un pequeño fortín construido de madera, barro y paja, apenas suficiente para resguardar a los soldados de la intemperie y poder defenderlos mejor del ataque veloz y sorpresivo de los indios “pampas” y “serranos”.
Fue fundada el 25 de junio de 1752 por Zarate, un militar que se encontraba: Mas allá del pago de Lujan en un paraje conocido como “Laguna Brava”, denominado “Frontera de Lujan”; informando al Cabildo y al Gobernador. En el año 1774, constituía ya un núcleo de cierta importancia, con chacras pobladas a los costados de la “Guardia”. Ya tenía Capellán llamado Fray Hilario Pavón, religioso de la orden “Nuestra Señora de las Mercedes”, motivo por el cual se decidió el nombre de la ciudad.
El rango de partido lo alcanzo el pago de nombre, en 1812. Habría sido declarado Villa en 1831. Luego se deslindo y amojono el Partido alcanzando la categoría de ciudad en 1865, contando ya con Tribunales de Primera Instancia.

Esta institución que prestigia a Mercedes tiene su origen en 1854, ubicada en el centro de la ciudad, donde se observa un gran edificio, con ventanas y una puerta color marrón de doble hoja, la cual decido abrir para conocer esas salas ocupadas por abogados y jueces que buscan ser lo más justos; penando con la condena correspondiente a los delitos cometidos por los ladrones y demás personas que alteren el orden. Con el paso del tiempo los Tribunales del Departamento Judicial del Centro adquirió varias funciones. Además el departamento comprende los partidos de Alberti, Bragado, Carmen de Areco, Chivilcoy, Las Heras, Rodríguez, Lujan, Marcos Paz, Moreno, San Antonio de Areco, Salto, 9 de Julio, Mercedes, San Andrés de Giles, Suipacha y 25 de Mayo.
Cruzando la calle visualizo la plaza principal, llamada San Martín, cuyo nombre corresponde con el monumento construido en honor al prócer. A la plaza la rodean, la Catedral, el Palacio Municipal y una confitería conocida como la Recova, donde antiguamente se encontraba el Cabildo. En este sector de Mercedes, las personas realizan diferentes trámites, recorren locales de ropa. Los jóvenes utilizan la plaza como punto de encuentro.

A unas cuantas cuadras del centro, aislado del movimiento frecuente de personas y vehículos; me encuentro con una construcción que se remonta hacia 1830. Atravesar la puerta de la Pulpería de Cacho Di Catarina es como ingresar en un túnel del tiempo, capaz de conducir hasta el descubrimiento de las costumbres y modas de casi dos siglos. Creada en medio del campo, junto al Rió Lujan, fue testigo inmune del desarrollo poblacional que la dejó situada en las afueras de Mercedes, a la vera de una calle de tierra, donde el paso frecuente de gauchos a caballo confiesa que el camino pertenece en el pasado al igual que el primitivo negocio, jamás cerrado pero tampoco nunca remodelado. Su exterior conserva la fachada intacta: paredes de ladrillos de la época, de 45 centímetros de espesor. En su interior el mobiliario; mostrador de estaño; estanterías; sus pisos de ladrillos; sus techos de tejuelas y tirantes son originales, también cuenta con una vieja estufa a leña, utilizada en la pulpería para calefaccionar el lugar.
Conozco a Juan, un muchacho de 24 años, quien esta con amigos compartiendo una picada.
- yo conocí la pulpería porque mi abuelo me traía de chico. Cuando el murió seguí viniendo a pasar buenos ratos como en la infancia. Me cuenta mientras se prepara para jugar un truco.
Me despido de aquel lugar que cuenta por si solo toda una historia que muchas personas fueron y serán protagonistas.

Actualmente funcionan dos ferrocarriles en Mercedes: el San Martín y el Sarmiento, que trajeron con su llegada gran impulso económico, político y cultural. El tercer ferrocarril en arribar es el Belgrano, al cual me dirijo para conocer su estación. Se origina en una concesión otorgada a los señores De Bruyn y Otamendi el 26 de septiembre de 1904, para construir una red de ferrocarriles de trocha angosta entre el puerto de Buenos Aires y Rosario.
El ramal de Bs.As-Rosario, que arrancaba en la terminal ubicada en el barrio de Barracas arribo a Mercedes en 1907. El servicio de pasajeros de esta línea era precario, pues durante muchos años ofreció solo dos trenes diarios. Hacia 1947, años en que se incorporo a la red del FC. Belgrano, esta empresa empleaba a 3298 operarios, contaba con una extensión de rieles de1270 kilómetros, con 111 estaciones, transportando un promedio de cargas superiores a 1 millón de toneladas. Hoy se encuentra desactivado.
El Belgrano llegaba a la estación la Trochita, conocida así por los lugareños, que tiene lugar en las calles 40 y 21.
Recorriendo las instalaciones se puede apreciar una galeria con un techo cubierto por chapas y sostenida por columnas blancas, se contempla la vía tapada por yuyos; malezas y cañaverales, oxidadas como señal de que no se usa o se emplea muy poco. Sigo muy concentrado mirando a mí alrededor, cuando de repente aparece una señora preguntándome si necesitaba algo. Aproveche el encuentro y le pregunte sobre el tren, ella amablemente me cuenta:
- tengo muy pocos recuerdos de esta estación, me sorprendía la llegada del tren ya que no era frecuente ver su paso por acá debido al poco servicio. Me presenta a un hombre que también andaba por el lugar.
- Me da mucha tristeza , una tremenda desazón nos embarga, indigna que se haya abandonado un servicio que se prestó y que hoy podría haberse prestado a la comunidad. Comenta Jorge, quien trabajo 40 años como operario, hoy jubilado y con un grupo de amigos lleva adelante un proyecto, que trata de activar nuevamente el tren hasta Salto para devolverles la vida a los pueblos que se convirtieron en “fantasmas” por la ausencia del ferrocarril.

Mercedes es un típica ciudad del interior, llena de recuerdos lugares construidos hace siglos, con instituciones que prestigian a toda una comunidad y algo que es muy común en sus habitantes: la calidez.